Mensaje del Camarín de las Vulvas, 11/02/2018

Vulvas cósmicas en la cueva Tito Bustillo

La invención de la luz artificial posibilitó que se pudieran pintar las cuevas, cuando crearon lámparas con piedras cóncavas donde quemaban el tuétano de los animales que cazaban. La invención de la pintura va ligada a la invención de la luz artificial.

La manufactura de los pigmentos y el proceso de adhesión de la pintura a los entresijos de la roca (con saliva humana, entre otros elementos) era puro rito, un acto de comunión con lo eterno, y hay esa atención al accidente natural que se aprovecha para pintarlo, resaltarlo, humanizarlo. Hay vulvas en todo Tito Bustillo, sus esquinas y grietas son el molde de un inmenso cuerpo que nos revela sorpresivamente otras dimensiones energéticas que siguen estando ahí aunque no las vemos.

Estar aquí es revivir la reclusión el espacio cósmico de donde provenimos. Se oye la serpiente sesear para recordarnos que el cordón que nos une a la Vida es sostenido por una luz que juega con nosotros.

El CAMARIN DE LAS VULVAS es una pequeña caverna que se halla a 1 km de la entrada a la cueva de Tito Bustillo, situada a orillas del Ribadesella. En su interior se escucha el agua freática circulando bajo su suelo. Sus pinturas, de hace entre 20.000 y 30.000 años representados diversos animales en su entrada, fruto de los rituales iniciáticos masculinos. Y en el camarín, la cueva dentro de la gran cueva, están los grafismos rojos que, según los arqueólogos, representan vulvas humanas, aunque algunas parecen representaciones del huevo cósmico inseminado.

 

Una escuela de sexualidad tántrica

Inicialmente recibo la descripción geométrica del patrón de formación de un óvulo. Gesticulando lo dibujo con el movimiento de mis manos en el aire.

Este es un resumen de su mensaje (para completar esta información, ver el video):

 

Nos auto-gestionábamos para auto-fecundarnos. Se transmitía este conocimento en rituales de iniciación. La mujer más mayor entregaba este conocimiento, de dar jugo y condimento a la semilla, a la niña…

Sangrar para la mujer es una involución… estamos constantemente preñadas y preñándonos de amor. Tomamos consciencia que el amor es vida, unimos el vórtice energético del vientre con el corazón. Nosotras recibimos y despedimos la vida a través del aprendizaje de la procreación y sus límites.

Acompañábamos a la muerte cuando había una desconexión entre el feto y la madre, o se producía su extinción (muerte). O si el bebé nacido no era acorde para mantener a la familia, entonces se relegaba ese bebé en un rincón, se le dejaba a la inercia de la vida hasta su desaparición, y venían las mujeres en ritual de oración para acompañar esas pequeñas bestias. Ahí empezó el sentimiento del misterio y la grandeza de la creación, se comprendió que existía un lugar más allá, un lugar para la confección del ser, ese lugar se invocaba para propiciar la concepción.

Roja es la sangre, roja es la Madre, y negro azabache, Ella controla el fuego, Ella tiene un dedo con el que mancha la nave, deletreando suave la canción de cada ave determina si germina el bebé y si sabe bien me lo comeré, o se lo daré al padre si sé, o moriré de hambre…

Supervivencia, primer nivel a segundo nivel, se sabe quién sabe, se realiza la madre, se determina quién sabe, se agiliza la sangre, se contabiliza quien fertiliza y se le dan las llaves si sintoniza con la Gran Madre.

Los jugos, incorporar, en los líquidos uterinos, la luz. Tenía que llegar fuerza a nuestros líquidos para impregnarnos de líbido, empoderarnos para poder concebir. (Parece que ellas pensaran que se auto-concibe). 

Nos juntábamos para intercambiar y contarnos los secretos de cómo hacer el amor, para atraer al mejor.

Aquí se impulsaba la germinación en las niñas púberes, para que adquiriesen pronto la posibilidad de embarazarse, de contarse entre las más bellas parturientas.

A las hembras con posibilidad de ser fértiles se las invitaba a participar en los ritos de iniciación a la edad de procrear. Se las permitía bailar para activar su líbido y así iniciar el rito de hacerlas sangrar dando un grito. Se las agraciaba con víveres y se les rompía los hímenes para dejar de ser vírgenes, se las embadurnaba con líquenes y se las untaba de tierras y minerales rojo sangre para que bajara la menstruación. Se hacían ofrendas al himen para que rasgarlo fuera indoloro al máximo, luego se las daba al macho mejor para que las desvistiera sin que sufrieran temor.

Amamantándose entre ellas, aprendían a hacer el acto sexual con amor, desvinculándose de la necesidad de filiación. El acto de enamorarse no se comprendía en su civilización, mas se contenía en el círculo de protección.

Juntábanse en el camarín para enseñar y mostrarse en su condición de sanadoras, y de cazadoras del amor. Ellas aglutinaban al pelotón. Ellas se mantenían vivas gracias al cordón, a la sabiduría que les llegaba de su condición de madres, dadoras de vida y nutrición.

Rugían hasta despellejarse para asegurarse la manutención. Después de pelearse se escondían del desastre, esa es la razón por la que buscaron aislarse en el fondo de la cueva-madre para pedir perdón.

Mientras la madre paría, la otra vigila alguna incursión. Las horas de vigilia pedían a las niñas visitación, mugían y figuraban ser vistas encinta.

En el tránsito del bebé cuando nacía, se partía momentáneamente el cordón de unión con el espacio de donde se venía, con el orígen. Había un escalón, el bebé caía, había una terrible conmoción al llegar aquí de día, a través de la encarnación.

Para devolverle la sabiduría, restaurarle de tal pérdida, se hacía el trabajo de reconexión, se pedía a la Madre Divina en petición que devolviera la luz divina al bebé que salía en convolución.

Se le restablecía su cordón con la tríada, la trinidad o triángulo en otra posición.

Es así: aquí estamos, de aquí venimos, así se restablecía el cordón.

El bebé sufría el paso entre la vida estelar y su manifestación en la materia terrenal. Era un momento de amnesia, sssssssssse convocaba a la Maestra (la serpiente suena y ssssesssea, la que el cordón restablecía). He aquí su pizarra (los pictogramas de las vulvas) donde contaba el ciclo de la vida y su asunción de una repetición circular.

-¿Hay algo que podamos obtener, aquí y ahora para nosostras de vuestra sabiduría?

-Es importantísimo devolver el vínculo al ser. El vínculo con lo superior que está en lo inferior. Puedes hablar con tus jugos de la inclusión, cuando reciben al esperma. Tus jugos tienen una oclusión para recibir la nueva información que está lista para la evolución. Hay un salto de Era, recíbela en tu parte íntima, recíbe la apertura a esa condición nueva desde la materia. Ordénala segun un patrón que admita la información que llega a través del cordón. Se os está pidiendo una nueva actuación en la Tierra por la extinción que llega.

Bendícela, visualiza este triángulo, viaviliza esa brocha gorda, recibe nuestra bendición…

Me saltan lágrimas de emoción… Y en compensación empiezan a darme imágenes de sus cuerpos… y se ríen de lo enclenque que ellas me ven, me muestran sus caderas, sus posaderas, sus músculos grasientos… son unas parideras!

Me cuentan que tengo otro tipo de fortaleza debido a la entereza de atravesar este viaje arduo a través de esta época de forzado patriarcado, y que ahora estamos muchas que retomamos el camino de la feminización por equilibrio de las dos partes: ‘esa es la salvación’.

Emoción, lágrimas… Ahora siento como si me acunaran. Me mezco, me abrazo. Gracias. Gracias. Gracias. Me siento deseada, acunada.

Abro los ojos. Veo la pared, la veo punteada, me siento acunada por la piedra, me siento en el interior de sus caderas.

Y salgo de la doble cueva renacida, el mar cantábrico ruge y canta, bienvenida de vuelta a la luz del día!