Performance en una cisterna (dos vasos y dos proyectores de diapositivas sin diapositivas, 7 min.)
Cisterna de Yerebatán, Palacio Topkapi, V Bienal Internacional de Estambul, 1997
El artista como mediador o canal de las aguas primordiales del inconsciente humano
La energía se comporta como un fluido, su naturaleza es cíclica, es como el agua que se halla en todas partes. El artista es un pescador del inconsciente colectivo, es su procesador. La naturaleza de la energía es el intercambio.
Somos simétricos y duales, percibimos un exterior enfrentado a un interior. Somos dos ojos, dos mitades, la luz y el infierno conviven en nosotros, vamos del uno al otro.
Gracias a los dos proyectores de luz situados a mi espalda, mi silueta aparece partida en dos mitades dislocadas, enfrentadas. La acción se desarrolla en dos capítulos. En el primero, el agua circula de un vaso al otro a través mío, mientras que en el plano de las sombras mis dos mitades parecen actuar de forma independiente. En la segunda parte, mis dos siluetas proyectadas intercambian el agua entre los vasos, imitando mi acción anterior, pero entonces el agua cae, vuelve al magma inicial, al lago abismal del inconsciente de donde provino.
Cuando nuestra psique imita el mundo de las sombras, la energía se pierde. Todo espacio y tiempo son psicológicos, son creaciones de nuestra mente que trabaja en función de nuestros contenidos emocionales. Nuestra percepción depende de nuestro foco de atención. Tomar conciencia de nuestro lugar como espectadores es la clave para saber qué estamos percibiendo y desde dónde miramos, en definitiva, cuáles son nuestros intereses, nuestros anhelos, pues lo que vemos depende de nuestras expectativas y proyecciones internas.
Este depósito subterráneo evoca la cueva matricial, lo informe e inconsciente, la oscuridad del vientre materno que puede devorarnos. Hay una superación de ese miedo en el acto de construir un vínculo con el agua, al ponerla en circulación y proyectarla en la pared donde yo me incluyo como un contenedor más, mostrándome como el canal que soy: todo artista canaliza, todo ser humano es contenedor y, a su vez, procesador de un flujo mayor.