Las series de tintas me procuran el encuentro con el centro del cuerpo. El ombligo es el vórtice energético que fecunda nuestra relación con el mundo y, en consecuencia, feminizan la imagen que el arte occidental nos ha transmitido de éste.
Es dibujando que me dibujo
Y tomo conciencia de mi aspecto matérico. La imagen de la mujer ha sido mediatizada por la mirada masculina. ¿Cuál es la mirada de la mujer hacia la mujer? No dispongo de otro modelo que mi propio cuerpo, que traslado al papel hasta que se convierte en la superficie de la Tierra. He borrado las señas de identidad, la cabeza ha desaparecido, solo queda un torso. Dibujo mapas, los puntos definen tramas volumétricas que empiezo a trasladar a cualquier superficie, a cualquier residuo volátil que se deje fotografiar.
Mapas residuales
De una miga de pan seco extraigo el trigo y así ilumino el trayecto que va de la luz inasible a la materia. Reivindico la experiencia sensitiva, apolínea. En mi búsqueda de la raíz de la imagen, comprendo que solamente es una impresión lumínica instantánea y pasajera en la red de píxeles o partículas de la retina. Las imágenes son ilusiones ópticas que determinan la sensación finita que nos da la materia.
El primer paso en toda iniciación mística que lleve a la comprensión de la vida es preguntarse sobre la muerte y el residuo.
El arte es un acto gratuito
La pintura es sustituida por residuos humanos, migas, arrugas, colillas, restos de las acciones humana en su entorno, su cualidad efímera me sacxa del marco tradicional bidimensional. Necesito incorporar el espacio circundante y a mostrar el proceso de realización y destrucción de las superficies donde se han inseminado pequeños gestos cotidianos en los que no reparamos. En mi foco están los actos básicos de supervivencia -comer, dormir, limpiar, fumar-.
Cuadernos 1990-91
Las obras que no logro realizar continuan siendo materia de reflexión, materia de mis cuadernos de notas. Años después de su realización, abro mis primeros cuadernos al público y los convierto en película.
Cuaderno IV (33 min. 4 sec), Cuaderno VI (19 min. 5 sec.), Cuaderno VII (28 min. 6 sec.)
>>lee: ‘Conversación con Chantal Maillard’ en El ombligo del Mundo (Ed. Museo Reina Sofia y Nuria Enguita Mayo 2009) «…la constante era tu propio cuerpo desnudo. Ése era tu material, un cuerpo tuyo nunca acabado de definir, un cuerpo que procuraba autodefinirse ex-poniéndose. Poner fuera para ver, pro-yectar para comprender. Es la función de los rituales, la razón de la fabricación de ídolos, de la creación de dioses. Pero eso no era suficiente; también necesitabas mostrar las entrañas de las obras, ex-poner su trama, su engranaje….»